Pandemia: cobertura sanitaria universal

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Conforme a su definición, la cobertura sanitaria universal abarca el acceso a toda la gama de servicios, es decir, los relacionados con la promoción de la salud, la prevención y el tratamiento de las enfermedades. Todos estos aspectos, al igual que los seguros médicos, forman parte del seguimiento de los progresos hacia el logro de la cobertura sanitaria universal. Sin embargo, en la práctica, la atención se ha centrado en gran medida en el tratamiento y se ha prestado atención escasa o nula a la promoción y la prevención.

Desde que escuchamos hablar del COVID-19, hace ya nueve meses, la pandemia ha cobrado la vida de más de un millón de personas en el mundo y ha infectado a más de 30 millones en 190 países. El número de infecciones sigue aumentando y existen preocupantes indicios de nuevas oleadas. Si bien seguimos sin conocer a fondo el virus, hay algo que sí está claro: no estábamos preparados.

La pandemia ha dejado en evidencia sistemas de salud totalmente inadecuados, enormes brechas en materia de protección social y grandes desigualdades estructurales entre los países y dentro de ellos.

De acuerdo con António Guterres, noveno Secretario General de las Naciones Unidas, la principal enseñanza ha sido que no invertir lo suficiente en salud puede tener un efecto devastador en las sociedades y las economías.

Esta enorme brecha en la cobertura sanitaria es uno de los motivos por los que el COVID-19 ha causado tanto dolor y sufrimiento.

La pandemia le está costando a la economía mundial 375,000 millones de dólares al mes. Hasta el momento se han perdido unos 500 millones de puestos de empleo. El desarrollo humano va en retroceso por primera vez desde 1990, cuando se comenzó a medir.

 

Panorama actual

Al menos la mitad de la población mundial no tiene acceso a los servicios de salud que necesita. Unos 100 millones de personas caen en la pobreza cada año por tener que afrontar unos gastos sanitarios catastróficos.

Para lograr la cobertura sanitaria universal, los gobiernos deben aumentar la inversión en bienes públicos para la salud, como la vigilancia y la comunicación de riesgos, para que no volvamos a afrontar esta situación nunca más.

También es necesario que los programas de salud pública sean inclusivos y equitativos y que no impongan obstáculos económicos. Recibir tratamiento médico no debería estar supeditado al estatus económico.

Para responder a la pandemia con eficiencia y eficacia, y sentar las bases de un futuro mejor, los gobiernos deben aumentar las inversiones en las funciones básicas del sistema de salud que son fundamentales para proteger y promover la salud y el bienestar. La cobertura sanitaria universal es el pilar para dar respuesta eficaz a eventos como el que vivimos con el COVID-19

Es preciso incorporar con urgencia métodos alternativos para que las personas accedan a los medicamentos y servicios esenciales cuando estén restringidos los servicios que se prestan en los centros de salud. Por ejemplo, algunos mecanismos, como recurrir a la telemedicina para obtener información importante y entregar medicamentos por correo, indicar intervenciones de autocuidado y repartir tareas entre el personal de extensión, pueden aumentar el acceso a los servicios de salud esenciales cuando no es posible atender a los pacientes en los centros de salud. 

Aunque la pandemia ha supuesto una tragedia para la humanidad, también ha abierto a las nuevas generaciones la posibilidad de forjar un mundo más igualitario y sostenible. Para el sector de la salud de cada país, ello significa que, más que nunca, es esencial poner en marcha políticas adecuadas que propicien avances para lograr la cobertura sanitaria universal.

 

FUENTE: Informe de políticas: La COVID-19 y la cobertura sanitaria universal. OCTUBRE DE 2020. Naciones Unidas.