Aunque en la actualidad la cultura de los seguros se considera un tema de prevención, estos contratos surgieron de la solidaridad humana. El concepto básico del seguro: repartir el riesgo entre muchos, ha existido muchos siglos atrás. Ya sea cazando en grupo, para distribuir el riesgo de morir, o enviando carga en varias caravanas para evitar perder todo en manos de ladrones, la humanidad siempre ha sido cautelosa con el riesgo.
Los primeros vestigios del seguro se remontan a las antiguas civilizaciones: griega, romana, incluso hay antecedentes entre los mercaderes babilónicos.
Estos primeros rastros relatan como, en la búsqueda de proteger intereses personales y comunes de la sociedad de los riesgos a los que se enfrentaban, existían los ‘préstamos a la gruesa’, que significaba que una persona prestaba dinero a otra por el valor de ciertos objetos que llevará entre su mercancía y así asumir posibles pérdidas al hacer recorridos a través del país.
Esta práctica se legalizó y se conoció como parte del Código Hammurabi, siendo la primera póliza de seguro escrita que apareció. Una costumbre que se basaba en la solidaridad vecinal y que cubría cualquier contingencia frente a riesgos naturales y sociales.
Era un tipo de seguro marítimo aunado a un préstamo: un mercader recibía el dinero para financiar el viaje de un barco pero si éste naufragaba, no tenía que pagar el préstamo. Si llegaba a puerto, debía pagar el capital y los intereses.
Más o menos en la misma época, los mercaderes chinos reducían sus riesgos intercambiando bienes con otros barcos, de manera que si alguna de las embarcaciones se hundía, todos perdían.
Por todo el mundo la cultura de los seguros poco a poco empezaba a aparecer.
Hubo otra forma de seguros que no se desarrolló en los puertos sino en las montañas a principios del siglo XVI. Los campesinos de los Alpes organizaron sociedades de ayuda mutua, para cuidarse entre ellos si un niño o uno de sus animales se enfermaba. Estas sociedades de seguro consideraban que el riesgo era algo que se compartía.
Otro ejemplo es el seguro contra incendios, que apareció a partir del gran incendio de Londres, que destruyó gran parte de la ciudad en 1666.
Lo que hace que el seguro sea especial entre las tecnologías de riesgo, es la forma particular en que vincula la solidaridad y la racionalidad técnica. Por un lado, el riesgo se define en términos técnicos. Está relacionado con la medición monetaria del valor y con la probabilidad estadística calculada. Por otro lado, y al mismo tiempo, el seguro tiene una conexión inherente a la solidaridad. Al contratar un seguro, uno participa en el grupo de riesgos dentro del cual cada miembro es recíprocamente responsable de los riesgos de los demás. La combinación de control técnico y solidaridad ha hecho del seguro una herramienta exitosa para gobernar las sociedades de bienestar durante en los últimos siglos.
Fuentes: Journal of Business Ethics, BBC.