Para el año 2030, los expertos predicen que la demanda mundial de agua superará la oferta en un 40 por ciento. Los impactos del cambio climático ya han provocado cambios en el ciclo del agua, lo que ha provocado períodos prolongados de sequía y, a la inversa, lluvias más extremas en algunas áreas. Como el reciente caso de las inundaciones ocurridas en China.
El agua es vital para la vida, pero a medida que crece la población mundial, también lo hace su uso. Se necesita agua para todo, para producir alimentos, generar energía y fabricar productos de consumo. Esto es lo que se conoce como agua virtual.
A nivel mundial, el aumento en el consumo de agua se debe al aumento del uso de agua virtual, ya que más personas consumen alimentos, electricidad y bienes de consumo que requieren del vital líquido, lo que aumenta la presión sobre los recursos hídricos. Frente a esto, los países de todo el mundo han comenzado a hacer una evaluación de los patrones de uso del agua en diferentes niveles y evaluar la huella hídrica.
Las huellas hídricas, entendidas como la medición del consumo de agua que se necesita para generar un bien o servicio y cuyo objetivo es concienciar sobre su uso racional, ayudan a las personas, las empresas y los países a ser más eficientes y sostenible con el uso del agua.
Agua virtual y agua directa
El agua virtual a menudo pasa desapercibida para el usuario final de un producto o servicio, pero esa agua se ha consumido a lo largo de la cadena de valor, lo que hace posible la creación de ese producto o servicio.
Por ejemplo, para hacer un tazón de pasta, se requiere agua para hervir la pasta seca en la olla; este es el uso directo de agua para la persona que come esa pasta en casa. Pero para producir la pasta, se requiere agua en muchos pasos a lo largo de la cadena de valor, y cuando se suma el agua utilizada en esos pasos, constituye el contenido de agua virtual para esa pasta.
Otro ejemplo es el café. Cuesta alrededor de 21,000 litros de agua producir 1 kg de café tostado. Para una taza normal de café, se requieren 7 gramos de café tostado, por lo que una taza de café cuesta 140 litros de agua. Suponiendo que una taza normal de café tenga 125 ml, necesitamos entonces más de 1,100 gotas de agua para producir una gota de café. Beber té en vez de café se ahorraría una gran cantidad de agua. Para una taza de té estándar de 250 ml se requieren 30 litros de agua.
Esta es la huella hídrica de algunos de los artículos de consumo más comunes:
Coche 50,826 - 82,880 litros
Zapatos de cuero 13,706 litros
Celular 12,058 litros
Sábanas de algodón 10,731 litros
Jeans 7,968 litros
Camiseta 2,491 litros
1 papa (100 g): 25 litros
1 manzana (100 g): 70 litros
1 jitomate (70 g): 13 litros
1 naranja (100 g): 50 litros
1 rebanada de pan (30 g): 40 litros
1 huevo (40 g): 135 litros
1 bolsa de papas fritas (200 g): 185 litros
1 hamburguesa (150 g): 2 mil 400 litros
1 vaso de cerveza (250 ml): 75 litros
1 vaso de leche (200 ml): 200 litros
1 copa de vino (125 ml): 120 litros
1 vaso de jugo de manzana (200 ml): 190 litros
1 vaso de jugo de naranja (200 ml): 170 litros
1 par de zapatos (piel de bovino): 8 mil litros
1 hoja de papel A4 (80 g/m2): 10 litros
Fuentes: Water Footprint Network, Conagua