Decir que un par de personas se llevan entre sí como perros y gatos usualmente es una metáfora para indicar que se pelean constantemente o que viven en un ambiente de hostilidad. Y aunque es una frase muy popular, la verdad es que en la práctica podemos encontrar a diversas mascotas que conviven pacíficamente en un mismo espacio.
Esta vez consideraremos a los gatos y sus relaciones públicas con otras mascotas. Si bien debemos considerar que dependerá del temperamento y nivel de territorialidad de los felinos, la sociedad protectora de animales estadounidense (The Humane Society of United States) tiene algunas recomendaciones para quienes desean que haya una sana convivencia en casa.
Primero, si se quiere que el gato se relacione con otro gato —que, además, es una manera de empezar a entrenarlo para ser tolerante con otros seres en su espacio— es conveniente traer un felino que tenga más o menos la misma edad y niveles de energía del primero.
De hecho, anota la institución, entre más joven sea un gato será más fácil que acepte la convivencia con sus iguales o con animales diferentes, pues siendo una cría crecerá rodeado de esos seres y podrá enseñarse a no agredirlos. Ahora bien, hay que considerar que si ya tiene un gato adulto y llega un gato demasiado joven es probable que se impaciente con sus juegos y esto dificulte su interacción. De ahí que sea importante empezar desde que son muy pequeños o, en todo caso, procurar que estén en condiciones semejantes.
Otro elemento a considerar es que hagas el acercamiento de manera paulatina. Primero, que el gato que ya estaba en casa sepa que llegó un nuevo animal, pero mantenlos en espacios separados. Ya que se habitúen a su presencia, los acercas un poco más y así sucesivamente, hasta que puedan compartir un mismo espacio.
En este tiempo, ve conviviendo con ambos ejemplares y practiquen actividades que disfruten, tales como jugar o acicalarlos. Evita, al menos al principio, elementos como alimentarlos conjuntamente, para que no haya fricciones por competir por la comida. Recompensa a ambos (digamos al perro y al gato) con sus “premios” favoritos, siempre que estén en presencia uno y el otro, todo con el propósito de que asocien momentos divertidos y gratificantes cuando están juntos.
La página de asesoría nutricional de Hill’s, por su parte, anota que mientras que a un par de gatos que acaban de conocerse les tomará algunos días familiarizarse entre sí (siempre y cuando se siga el ritual del acercamiento paulatino), tomará algunas semanas que se lleven bien con otras especies, como con perros, por ejemplo.
Pero, añade la página, si se da esa presentación de poco a poco, será pronto cuando los perros sientan que el gato es parte de su manada así que dejará de prestarle mucha atención, mientras que el gato se acostumbrará a la presencia del perro y lo ignorará, para luego, eventualmente, buscar momentos de cercanía, como tomar el sol juntos, por ejemplo.
Lo importante, en todo momento, es que refuerces tanto en los gatos como en los otros animales, los comportamientos pacíficos y tolerantes. Recompénsalos con mimos, palabras de cariño y “premios” comestibles cada vez que estén tranquilos entre sí o que compartan sus espacios sin agredirse. Esto reforzará, a la larga, ese tipo de actitudes, que es lo que se busca como meta inicial. Claro, debes saber que al principio deberás estar vigilante en todo momento para detener cualquier acercamiento que pudiera implicar una agresión o derivar en una lastimadura, así sea inintencionalmente.
¿Y qué hay acerca de los peces y los pájaros que vivan junto a un gato? Si bien los gatos son cazadores por naturaleza, sí pueden respetar a estas otras especies, pero esto se basará, en gran medida, en que no pueda tener acceso a la pecera o a la jaula. En muchos casos tendrán que vivir, permanentemente, en habitaciones separadas.
Quizá resultará más fácil que un gato se acostumbre a peces que nadan silenciosamente en un contenedor, que a un ave que canta y se mueve. Y ni qué decir de hámsteres, cuyos y otros roedores. Aquí será muy importante que midas el temperamento del gato, pues habrá algunos más interesados en comer sus croquetas y dormir al sol, que en acechar al perico.
Lo mismo aplica con las tortugas. Si son muy pequeñas, lo más conveniente será que se conserven en un tortuguero donde el gato no tenga acceso a ellas… dado que son silenciosas y poco dinámicas, lo más probable es que se acostumbre a que estén ahí y no las agreda. Si la tortuga es más grande, igualmente pueden compartir el territorio, pero primero deberás cerciorarte de que se acostumbren a estar juntos, sin arañazos ni mordeduras.
La convivencia pacífica es posible y lograrlo, en parte, se deberá también a una vida tranquila. Y una buena parte de esta tranquilidad también provendrá de contar con el respaldo de un seguro para mascotas MediPet, una cobertura que protege a perros y gatos. Conoce aquí la información. |