A mediados de mayo de este año se marca el inicio de la temporada de huracanes, como se identifica a estas tormentas de rotación rápida cuando ocurren en el Océano Atlántico y el Pacífico, Golfo de México y Mar Caribe.
De acuerdo con el Sistema Meteorológico Nacional (SMN), las fechas en donde se esperan esos fenómenos naturales van del 15 de mayo en el Pacífico y el 1 de junio en el Atlántico, para concluir en noviembre. Los meses con más lluvias estimadas irán de junio a octubre.
Anticipar estas perturbaciones meteorológicas siempre es útil para que, por una parte, los turistas planeen sus estancias vacacionales, pero también para que los habitantes de las zonas más vulnerables a estos fenómenos puedan prepararse para recibirlos, procurando el menor impacto en sus propiedades. Y hoy esto ya es posible gracias a diversas categorías de productos que amortiguan los daños durante las tormentas.
En el mercado, por ejemplo, ya están disponibles las “ventanas anti huracanes”, que por una parte implican el uso de vidrio arquitectónico, de gran resistencia al viento y la lluvia, que ahora podrán complementarse con una pieza impermeable que se fija en el exterior de los rieles de ventanas y puertas corredizas, sellándolas automáticamente, para evitar cualquier filtración de agua.
Esta pieza sustituye a los tradicionales costales de arena que se colocaban fuera de las puertas para absorber el agua y, de acuerdo con su fabricante, resulta mucho más eficiente en la prevención de filtraciones e inundaciones, para evitar daños causados por el agua.
Otra solución para la temporada se encuentra en las mallas anticiclónicas, que se colocan en puertas, ventanas y aparadores. Se trata de lonas fabricadas con materiales resistentes a las adversidades de la intemperie. Dependiendo de la composición que se elija, pueden resguardar las superficies que cubren durante huracanes de categorías tres y hasta cinco.
La resistencia de estos materiales se complementa con la técnica de instalación de esas lonas, que suelen fijarse con anclajes especiales, que resistirán la fuerza del viento. Por supuesto, todo este equipo deberá adquirirse en función a la posición geográfica del inmueble —naturalmente, los que estén más cercanos a la costa quedan más expuestos que los que están alejados—.
También hay que saber que en el cielo hay ayuda para la preparación de los pobladores frente a estos fenómenos: drones y satélites, de universidades, asociaciones científicas, organismos públicos y empresas cada vez participan más en las mediciones climáticas, para emitir reportes y sistemas de alertas que prevengan a los habitantes.
En México, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) y el SMN son dos de las instancias que trabajan en este sentido, con sistemas de alerta temprana que emite Protección Civil, mediante el portal del SMN.
Es importante identificar los rangos de daños que se estiman a partir de la intensidad de los huracanes. Las categorías usualmente se miden así:
Vientos medidos en kilómetros por hora (Km/hr) |
Daños estimados |
De 119 a 153 |
Caída de árboles pequeños y del alambrado público |
De 154 a 177 |
Desprendimiento de árboles más grandes, puertas, ventanas, partes del techo |
De 178 a 208 |
Cuarteaduras en construcciones |
De 209 a 251 |
Desprendimiento de techos |
De 252 y más |
Daños generalizados y extensos en largos trechos de construcciones |
Fuente: Heraldo, 2023
Frente a la intensidad de los huracanes esperados, las medidas de seguridad básicas (contar con luces de emergencia, radio que funcione sin conexión, botiquín, alimentos básicos, etcétera), además de las soluciones arquitectónicas ya descritas, pueden ser complementadas con un Seguro Paramétrico para Huracanes, de GMX. De esta manera, se tendría una protección integral para afrontar estos fenómenos.
Los Seguros Paramétricos para Huracanes consisten en una cobertura que se activa cuando se presentan los rangos de velocidad de los vientos en la ubicación establecida en la póliza. Están diseñados para ser usados lo mismo por propietarios de casas, que por comercios y negocios de todo tipo, que desean contar con un apoyo económico para afrontar los primeros gastos surgidos luego del paso de uno de estos fenómenos.
De hecho, si se cumplen esos parámetros especificados en la póliza, el seguro puede cobrarse. No es necesario que haya ocurrido un daño físico a la propiedad, bastará con que se haya cumplido con el rango establecido para el fenómeno. Así que muchos de quienes lo contratan lo usan para, por ejemplo, solventar gastos derivados de cuestiones como un descenso en las ventas por falta de clientes por la tempestad.
A veces, las rachas de mal tiempo son inevitables. Pero sí pueden prevenirse y amortiguarse, apoyados en los productos diseñados para aminorarlos.